CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO
¿Por qué cuarenta días?
Como ya lo hemos platicado la Cuaresma, como su nombre lo indica, es un periodo de 40 días, que inicia el Miércoles de Ceniza. Dura cuarenta días porque la Iglesia se une al Misterio de Jesús en el desierto (Mt. 4, 1-11; Mc. 1, 12-13; Lc. 4, 1-13), a donde se retiró guiado por el Espíritu Santo; allí permaneció 40 días en ayuno, luego de los cuales fue tentado tres veces por Satanás, pero Jesús rechazó sus ataques, los cuales recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las del Pueblo de Israel en el desierto; sólo que Jesús sí permaneció fiel y sí cumplió su vocación.
El periodo de 40 días o 40 años, es repetitivo en las Sagradas Escrituras; tiene un significado de penitencia, de purificación, un camino de renovación, de dejarse conducir por Dios. Desde el Antiguo Testamento se menciona, por ejemplo, que cuando Dios envió el diluvio estuvo lloviendo sobre la tierra 40 días y 40 noches (Gen. 7, 12); Isaac se casó con Rebeca a los 40 años de edad (Gn. 25, 20); también su hijo Esaú (Gn. 26, 34); fueron 40 años de prueba y purificación de los israelitas en su paso por el desierto, guiados por Moisés (Dt. 29, 4), quien pasó 40 días orando en la cima del Sinaí (Ex. 24, 18) hasta la revelación de las Tablas de la Ley (Ex. 34, 28; Dt. 9,9); justamente los enviados de Moisés tardaron 40 días en explorar la tierra de Canaán (Nm. 13, 25); luego fue la entrada en la tierra prometida (Ex. 16, 35; Dt. 1, 3; Jos 5, 6), pero Moisés ya había muerto a la edad de 120 años (Dt. 34, 7), es decir tres veces cuarenta, durante los cuales vivió 3 etapas de su fe. David reinó 40 años (1Re. 2, 11); el profeta Elías anduvo durante 40 días y 40 noches por el desierto, hasta el Horeb, el cerro de Dios, donde se encontró con Él (1Re. 19, 8 - 9). Jonás anunció que Nínive sería destruida en 40 días (Jon. 3, 4); Job vivió 140 años de bendición, luego de sus desgracias (Job. 42, 16).
En el Nuevo Testamento, atendiendo a lo que la Ley mandaba (Lv. 12), la Santísima Virgen María y San José presentaron al templo al Niño Jesús, a los cuarenta días de su Nacimiento, por ser el tiempo que se requería de purificación de la Madre de un varón (Lc. 2, 22 - 23); Jesús pasó 40 días en el desierto antes de su vida pública y después de la Resurrección se apareció también durante 40 días a sus discípulos (Hch. 1, 3), hasta el día de la Ascensión (Lc. 24, 50 - 51).
Así pues, Jesús, al abstenerse durante 40 días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, de ese tiempo de gracia que, como dice el Papa Francisco, es "propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna"; todo esto como preparación para vivir con la dignidad de hijos de Dios la máxima fiesta de los católicos: la Pascua de Resurrección, "base de nuestra fe y de nuestra esperanza", como nos lo recuerda nuestro Papa. ¡Que así sea!
LUBIA ESPERANZA AMADOR.
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