CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO
Llama mucho la atención que hay dos festividades durante el Año Litúrgico que convocan al mayor porcentaje de católicos en el templo: La Presentación del Señor (conocida como la Candelaria o más comúnmente como la "Paradita") y el Miércoles de Ceniza.
Es muy alentador ver el Miércoles de Ceniza los templos “a reventar”, de tantos católicos que acudimos a que nos impongan ceniza. Pero, ¿dónde estamos los demás domingos?, porque a la Misa Dominical, si mucho, asistirá una quinta parte de esa multitud que pudo apreciarse el miércoles pasado. ¿Le estaremos dando el verdadero significado a este signo de tomar ceniza? ¿o sólo lo hacemos como mera tradición?; o peor, ¿no estaremos considerando la ceniza “un fetiche” o polvitos mágicos? "Aguas" porque en una de esas hasta podríamos creer correcta la idea promovida por una pastora episcopal de Estados Unidos, que repartió en templos cristianos de esa nación "ceniza de colores", o sea ceniza tradicional pero mezclada con brillo morado de maquillaje, con el fin, afirma ella, de dar un "mensaje cristiano inclusivo".
Para no caer en prácticas alejadas o contrarias a nuestra fe católica, debemos saber que desde el Antiguo Testamento la ceniza se utilizaba como reconocimiento del propio pecado y señal de penitencia (Jon 3,6; Dn 9,3; Job 42,6; Si 40,3); también como manifestación de dolor y de luto (2Sam 13, 19; Ez 27, 30); en el Nuevo Testamento aparece, de igual modo, con esos significados ( Mt 11, 21; Lc 10, 13; Ap 18,19).
Para los católicos, el Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, a través de la cual la Iglesia se une todos los años al Misterio de Jesús en el desierto (Mc 1, 12-15). La ceniza que nos imponen es obtenida de la quema de las palmas benditas que alegres agitamos el Domingo de Ramos del año anterior, cuando recordamos la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén y lo proclamamos como Rey de reyes que es. Pero ahora como ceniza en nuestra frente, es signo de arrepentimiento, de conversión, de penitencia. Por eso tomar ceniza, debe significarnos una repugnancia a las malas acciones que hayamos cometido, una ruptura con el pecado, un firme propósito de cambio de vida; debe acercarnos a la práctica penitencial, y motivarnos a tomar diariamente nuestra cruz y seguir a Jesús. En síntesis, la ceniza debe ser una expresión externa de una conversión interna, o sea, de corazón, pues de lo contrario el signo permanecería estéril y hasta engañoso.
El Papa Francisco dijo este miércoles que la imposición de la ceniza "nos recuerda nuestra condición original: hemos sido hechos de la tierra, hemos sido hechos de polvo. Pero polvo en las manos amorosas de Dios que sopló su espíritu de vida en cada uno de nosotros y quiere continuar haciéndolo; quiere continuar dándonos aquel soplo de vida que nos salva de la asfixia sofocante provocada por nuestros egoísmos, de la asfixia sofocante generada por mezquinas ambiciones y silenciosas indiferencias; de las asfixias que sofocan el espíritu, restringen el horizonte y anestesian el pálpito del corazón".
Nuestro Sumo Pontífice nos recuerda que "la Cuaresma es una vía: nos conduce a la victoria de la misericordia sobre todo aquello que busca aplastarnos o reducirnos a cualquier cosa que no sea según la dignidad de hijos de Dios. Es el camino de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida". ¡Que así sea!
LUBIA ESPERANZA AMADOR.
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