miércoles, 15 de marzo de 2017

¿Qué ha pasado con los carnavales?

CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO


Previo a la Cuaresma son muy comunes los carnavales cuyo origen, según Wikipedia, parece venir de las fiestas paganas que hace más de 5000 años celebraban en Egipto en honor al toro Apis, así como de Roma, cuando rendían honor a Baco, el dios del vino; de ahí se extendieron a Europa y luego, con los navegantes españoles y portugueses se trajeron a América a fines del siglo XV. En México el carnaval de Veracruz es emblemático; en nuestro Estado también se realizan en diversas comunidades, en varias de ellas no han dejado de ser una artística expresión de la cosmogonía, del arte, de la cultura y de la tradición.

Lamentablemente, como sostiene el pedagogo Gustavo Daniel D'Apice, profesor de Teología de la Pontificia Universidad Católica: "las fiestas y expresiones del carnaval que siempre estuvieron ligadas a las demostraciones culturales, populares y autóctonas de un pueblo o etnia, a su idiosincrasia, que eran fiestas familiares impregnadas de alegría, buen humor, donde reinaba la fraternidad; han ido deviniendo en descontrol y permisividad, lo lúdico se cambió por desnudez y chabacanería, lo cultural se cambió por expresiones que dejan mal parada la dignidad de las personas, principalmente de nuestras niñas, adolescentes y jóvenes, atentando también contra el respeto hacia los espectadores. Pareciera que este 'reino del desorden' retoma la etimología de los bacanales romanos, orgías de vino, embriaguez y desenfreno, en que la 'carne' (carne-vale) lo vale todo, pero la carne en contraposición a la razón y el espíritu, los tres componentes armónicos de cada ser humano". 

Por si esto fuera poco, en estos últimos años, escudándose en la libertad de expresión, se han venido presentando en algunos carnavales de distintos países  "espectáculos" que directamente ofenden a la fe católica, una total blasfemia. Basta mencionar lo ocurrido recientemente uno de los carnavales más conocidos del Mundo, el de Las Palmas de Gran Canaria, España, donde se premió a un "drag queen" (artista varón vestido extravagantemente de mujer) que se disfrazó de la Virgen María, mientras se simulaba una procesión con otros vestidos de "nazarenos", para luego, al tiempo que se escuchaba el Padre Nuestro, hacer una representación burda y blasfema de Jesús crucificado, con una corona de espinas, en tanga y en ciertos momentos prácticamente tomando la cruz como si fuera un tubo de "streptease", mientras cantaba unas estrofas blasfemas. Dicho personaje se llama Borja Casillas y tras ser premiado concedió una entrevista a la radio española Onda Cero en donde informó que es profesor de Educación Infantil y, aunque se declaró gnóstico, dice que actualmente está estudiando una adaptación para dar clase de religión en centros privados y concertados.

Al respecto, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Ricardo Blázquez, hizo un llamamiento “al respeto de los sentimientos religiosos”; mientras que el Obispo de Canarias, Mons. Francisco Cases, celebró una Eucaristía el 3 de marzo en la Catedral como  reparación por esta blasfemia y en un comunicado lamentó la “frivolidad blasfema” del espectáculo. Decenas de miles de católicos se han sumado a la acción iniciada por la Asociación Enraizados, quienes han pedido a Borja Casillas que pida perdón por esta blasfemia, a los responsables públicos encargados de esta gala que dimitan y a Televisión Española que no vuelva a amparar este tipo de espectáculos blasfemos. 

La libertad de uno, incluida la libertad de expresión, termina donde empieza la libertad de los demás; pero evidentemente se aprovechan de que la feligresía católica no es extremista como ocurre en otras religiones, que por una cosa menor que ésta ya estarían realizando actos de proporciones inimaginables; nosotros, en cambio, preferimos otro tipo de acciones, sobre todo de reparación, que lejos de dañar a los demás, pidan perdón a Dios por todos. Es muy importante que hagamos oración, pues personas como estas, que consciente o inconscientemente se prestan al juego del Príncipe del mal, son quienes más necesitan que oremos por ellas, para que, precisamente María Santísima, alcance de su Hijo Jesús la conversión y la salvación de su alma. ¡Que así sea!

LUBIA ESPERANZA AMADOR. 

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