CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO
Hoy es Domingo de Pascua, día en que los cristianos católicos celebramos con júbilo la Pascua de la Resurrección del Señor, el Misterio central, "la base de nuestra fe y de nuestra esperanza", como dice el Papa Francisco; pues como San Pablo lo afirmó: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14).
Pascua significa "paso”; fue llamada así por el pueblo Judío, porque el Señor “pasó de largo” aquella noche en Egipto, cuando salieron de ese país para pasar de la esclavitud a la libertad (Éxodo 12, 27 y 42).
La Pascua de Resurrección que celebramos hoy también es un "paso": el de Cristo, quien pasó de este mundo a su Padre (Juan 13, 1), triunfando sobre la muerte y abriéndonos así las puertas del Cielo (1ª Pedro 1, 3-5). Por eso para nosotros celebrar la Pascua, es celebrar nuestra propia liberación, pues con la Pascua de Cristo podemos estar seguros de que luego de nuestra vida en este Mundo, si hemos sido fieles, pasaremos a una vida nueva y eterna en la que gozaremos de Dios para siempre (Juan 11, 25; Filipenses 3, 21).
Qué bueno sería que nuestra sociedad también experimentara una pascua, la necesitamos, pero alcanzarla es tarea de todos y únicamente lo lograremos unidos a Aquel que con su Sacrificio ha transformado la más grande iniquidad, en el más grande milagro y en el más sublime acto de amor; de hecho el Viernes Santo deberíamos celebrar el "día del amor", sí, “porque tanto amó Dios al Mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3, 16).
Para el Vía Crucis de este Viernes Santo, presidido por el Papa Francisco en el Coliseo de Roma, lugar donde fueron coronados con el martirio los primeros cristianos; la biblista francesa encargada de las meditaciones introdujo algunas novedades, por ejemplo, la segunda estación fue "Jesús es negado por Pedro", la tercera "Jesús y Pilato", la séptima "Jesús y las Hijas de Jerusalén", y la decimocuarta "Jesús en el sepulcro y las mujeres"; en las meditaciones se reflexionó sobre el significado de las caídas, de las humillaciones, del abandono sufrido por Jesús.
Tras el rezo del Vía Crucis, el Papa Francisco rezó una oración de desagravio al corazón ofendido de Cristo, por los pecados de la humanidad; dirigiéndose a Él, en nombre de todos los cristianos, con los ojos llenos de vergüenza por todas las imágenes de devastación y destrucción que ya son ordinarias para nosotros, vergüenza por la sangre inocente que cotidianamente es derramada por mujeres, niños, emigrantes y perseguidos; vergüenza también por los cristianos que, olvidando nuestra vocación, hemos lastimado a su cuerpo místico que es la Iglesia. Pero también nos dirigimos a Cristo con un corazón lleno de la esperanza confiada en que Él no nos trata según nuestros méritos, sino según la abundancia de su misericordia; con la confianza de que nuestras traiciones no hacen venir a menos la inmensidad de su amor; con la esperanza de que su Cruz transforma nuestros corazones endurecidos en corazones de carne, capaces de soñar, de perdonar y de amar, y que también transforma la tenebrosa noche de su crucifixión, en el alba fulgurante de su Resurrección que hoy celebramos. ¡Que así sea, feliz Pascua!
LUBIA ESPERANZA AMADOR.
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