jueves, 20 de julio de 2017

Dios vive - Ivan Golub

Dios vive

(Bog živi)

Ivan Golub

Mientras lavo mi cara
Dios vive
Mientras sueño
Dios vive
Mientras canto
Dios vive
Mientras rezo
Dios vive
Mientras hablo 
Dios vive
Mientras callo
Dios vive
Mientras presiento
Dios vive
Mientras vivo
Dios vive


Ivan Golub nació en Croacia en 1930. Sacerdote y teólogo, científico, catedrático, poeta y profesor invitado en numerosas universidades de Europa y América. El área y dominio de su reflexión ha sido la antropología filosófica y teológica. Su obra es, como alguno de los estudiosos de la misma han calificado con acierto, una teología poética. Miembro de la Comisión teológica internacional. Obtuvo el Premio internacional Fernando Rielo de poesía mística y religiosa del año 2000. En Salamanca se publicó un excelente libro de ensayos de Golub: ‘El último día de la creación’ (Sígueme, Salamanca, 2003).

Las pinturas son de Miguel Elías profesor de la Universidad de Salamanca, la mayoría de su serie ‘ICTHUS’.

Tomado de: http://www.crearensalamanca.com/poemas-de-croata-ivan-golub-traducidos-por-la-hispanista-zeljka-lovrencic/

miércoles, 19 de julio de 2017

Toda mi esperanza esta puesta en tu gran misericordia

De las Confesiones de san Agustín, obispo.

(Libro 10, 26, 37-29, 40: CSEL 33, 255-256)

Toda mi esperanza esta puesta en tu gran misericordia


Señor, ¿dónde te hallé para conocerte -porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese-, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas. Tú respondes claramente, pero no todos te escuchan con claridad. Todos te consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren. Óptimo servidor tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera, cuanto a querer aquello que de ti escuchare.

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de ser aplaudidas, y no sé de qué parte está la victoria.

¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Contienden también mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé a quién se ha de inclinar el triunfo. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable.

¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo un servicio militar? ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese qué tolerar. En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! ¡Ay de las adversidades del mundo, una, dos y tres veces, pues están continuamente aguijoneadas por el deseo de la prosperidad, siendo dura la misma adversidad y poniendo en peligro la paciencia! ¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo sin interrupción un servicio militar? Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia. ¡Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras!

(Oficio de lectura, miércoles de la semana XV Tiempo Ordinario)

lunes, 17 de julio de 2017

Segunda semana, buenas nuevas...

Segunda semana, buenas nuevas...


Segunda semana…

Gracias a Dios ha llegado el domingo de esta segunda semana en CDMX. Es grato saber que se han concluido felizmente dos semanas de estudio. Particularmente, quisiera que no avanzara el tiempo, todo lo que se aprende en esta bendita universidad es de mucho provecho y, mejor aún, acompañados de varias personas que caminan en el mismo rumbo: Jesucristo; sin embargo, uno tiene que aprender a bajar del Monte Tabor o Sinaí para exponer al pueblo lo que el Señor nos ha dicho en la montaña.

¿Historia de la Iglesia?


Se han concluido dos de las cuatro materias que tenemos que presentar. La primera materia ha sido una novedad para mí: Historia de la Iglesia. Es cierto que hay que citar durante los trabajos de evangelización, enseñanza o predicación, algunos eventos relevantes sobre el tema que se está abordando, para ver un poco el antes y el ahora de la cuestión tratada. Sin embargo, no me había percatado de la inmensa bibliografía sobre el tema y la importancia que tiene conocer, si no a fondo, si de una manera sintética los principales eventos, fechas, nombres, dificultades, aportaciones que se han dado a lo largo de la historia de nuestra amada Iglesia Católica.

La riqueza que me llevo es enorme y un compromiso mayúsculo para no descuidar esta parte de la teología que, ayuda a entender cómo ha llegado la Iglesia a ser lo que es hoy, pero, más aún, a ver la mano de Dios que siempre está presente en su Iglesia, tal como lo prometió el Señor a san Pedro: «las puertas del abismo no podrán vencerla» (Mt 16,18). Y, ese ha sido el seguro o promesa de permanencia de esta Iglesia de parte del Señor, porque él ha dicho: «la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión» (Is 55,11).



Nuevo Testamento


La segunda materia presentada fue para mí una delicia: Nuevo Testamento. Me viene a la mente aquel año 2011, cuando me encontré con el Señor Jesús y mi vida dio un giro de 180 grados. También el año 2012, en el que tuve la providencia de Dios de tomar mi primer curso de Biblia, aún lo recuerdo, fue bastante enriquecedor, pero aún ahí no sabía a ciencia cierta qué es lo que el Señor tenía preparado para mí.

Ahora que ya estoy terminando esta bendita experiencia formativa, mirando al pasado, puedo sentir una suerte de temor al darme cuenta todo lo que el Señor me ha confiado, y en qué medida he dado fruto. Estudiar esta materia me ha hecho más consiente de la vocación a la que he sido llamado, y a discernir la voluntad de Dios constantemente para seguir la senda correcta.

Por una cuestión de herencia teológica de mi primer maestro de Biblia, siento una mayor atracción a los estudios enfocados a los libros del Nuevo Testamento, específicamente los Evangelios. No obstante, en estos años, ha crecido mi interés por profundizar los libros del Antiguo Testamento y, encontrar a Jesucristo en las imágenes, profecías, símbolos y figuras de esta obra.



Nuevo comienzo


Han concluido dos materias, pero quedan dos más. Es como un comenzar de nuevo, pero con la experiencia de haber ya estado ahí. El Espíritu Santo nos ayude a avanzar en este camino que él ha inspirado recorrer.

Les estaré comentando las impresiones de la semana.


Oraciones por ustedes

Hoy tuve la gracia de estar a los pies de nuestra Señora de Guadalupe, nuestra madre. He agradecido todo el bien que me hacen apoyándome con sus oraciones y apoyos económicos.  Que el Señor Jesús sea la recompensa de todos ustedes.

Gracias por hacer llegar a más personas estas reflexiones y logran que más personas sean tocadas por el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.



Que nuestro Señor Jesús los bendiga.

Josué Ruiz

Cuatro terrenos para la Palabra

Cuatro terrenos para la Palabra

Reflexión del Evangelio Dominical

Evangelio según San Mateo (13,1-23)

El Evangelio que nos presenta la liturgia el día de hoy se sitúa en el marco del discurso en parábolas. Jesús toma la actitud del maestro rabino: se sentó y le habló a la gente (Mt 11, 1-3a). Jesús dará dos enseñanzas: La primera a toda la gente; la segunda, a sus discípulos.
La primera parte de nuestro texto, la parábola del sembrador (vv. 3b-9), va dirigida a la gente que se había abarrotado en torno a Jesús, y habla de cuatro escenarios posibles para todo aquel que escucha la Palabra de Dios.

La segunda parte, la explicación de la parábola (vv. 18-23), va dirigida únicamente a los discípulos, pero la perspectiva de la parábola cambia; en su labor evangelizadora, se encontraran con esos cuatro escenarios presentados en la parábola. Más que presentar la enseñanza en sentido negativo o desalentador, Jesús anima a los predicadores a no desistir de su labor, sabiendo que se toparan con diferentes actitudes ante la Palabra, pero que en su labor de siembra se toparan con el terreno fértil.

Veamos cómo se puede aplicar desde las dos perspectivas: gentes y predicadores.

Primer terreno: a lo largo del camino (vv. 4.19)

Muchos de nosotros hemos participado de algún retiro, conferencia, pláticas pre-sacramentales, o, incluso hemos asistido a Misa. En todos estos espacios hay un lugar privilegiado a la proclamación de la Palabra de Dios, pero ¿qué sucede cuando salgo de esos lugares?, ¿me acuerdo de lo que trataron los textos bíblicos?, ¿qué libros se leyeron?, ¿quiero seguir conociendo más?

Preguntas que nos ayudan a reflexionar sobre si la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón, no fue robada por el Maligno, simbolizado por las aves del texto, siendo esto la causa por la cual no sentimos interés por las cosas de Dios.

Amigos predicadores, esta es la primera realidad que tenemos que afrontar, el enemigo de las almas buscará a toda costa robar el mensaje de la Buena Nueva que hayamos anunciado a las personas que nos escucharon. Pero ¡ánimo!, nosotros no tenemos que preocuparnos eso, Jesús lo advirtió y ha puesto en último lugar la acción del Maligno. Más oración: «sed libera nos a Malo» (Nvg: Mt 6,13b).

Segundo terreno: pedregoso (vv. 5-6.20-21)

Cuantos de los que están leyendo esta reflexión, en algún momento de su vida han escuchado la Palabra de Dios y, al punto, deciden que quieren seguir al Señor Jesús; es más, compran todo lo necesario para conquistar el mundo para el Señor: Biblia, libros, CD’s, etc. Se integran a la comunidad, perseveran uno, dos, tres meses, o incluso, el año. Pero un día menos esperado, no se presentan más a la comunidad, argumentan tener muchos problemas en casa, descuido de hijos, cónyuge, familia, trabajo; algunos más, en halo de sinceridad suelen decir, dicen que la comunidad no sirve, el coordinador no sirve, la Iglesia no sirve. En fin, la lista puede continuar.

Pero ¿qué pasó?, ¿dónde está el problema? Las causas pueden ser varías, pero la experiencia de quienes han estado sembrando en el campo, coincide con lo que el Señor ya había anunciado: «Otras cayeron en pedregal donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener profundidad la tierra; pero en cuanto salió el sol se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron» (v. 5.6). La tierra a diferencia de la piedra, es suave y la raíz de la planta puede penetrarla y echar raíces profundas, por el contrario, en una roca la raíz no puede penetrar por la dureza de la misma, por tanto, la planta no tendrá nutrientes que le proporciona la tierra y morirá por el calor del sol. La piedra simboliza, en palabras de Jesús, la inconstancia y la volubilidad del corazón.

Recordemos algo, la vida cristiana no es el cumulo de prácticas o de asistencias a la Iglesia. No es el cumplimiento neurótico de los diez mandamientos. La vida cristiana exige disciplina espiritual en un primer momento, sin embargo, el salto grande es el obrar por amor a Dios. Eso solo se logra en la constancia de la oración, el estudio, el servicio y la fraternidad. También sabiendo que pasaremos muchas tribulaciones, e incluso, persecuciones a causa de la Palabra de Dios. Pero eso no debe causarnos miedo, el Señor lo anunció que sucedería. La constancia nos da los elementos para superar los momentos de dificultar.

Colegas predicadores de la Buena Nueva, si en tu comunidad se va la gente, muchas de las veces no es tu culpa, es responsabilidad de las personas que no han querido asumir un compromiso serio con el Señor Jesús. Si te has desvivido orando, estudiando, sirviendo y procurando la fraternidad en tu comunidad, has hecho lo que el Señor esperaba de ti.

Tercer terreno: espinos (vv. 7.22)

Este terreno coincide en parte con lo enunciado en el segundo terreno. Es agradable ver como los miembros de las comunidades van perseverando y creciendo en la fe. Llega un punto donde pensamos que vamos sin mayor problema desarrollando la vida cristiana. Pero un día la familia exige más tiempo, las cuentas del hogar empiezan a aumentar, o mejor aún, me han ascendido de puesto en el trabajo, puse un negocio, entré a otro trabajo no porque necesite más dinero, sino porque quiero ganar más, etc.

Nuestras preocupaciones, muchas veces son honestas y sinceras, y nuestro desarrollo profesional es moralmente correcto. Sólo que siempre hay algo que sacrificar. Lo más prudente, pensamos, es sacrificar nuestra relación con Dios. Además, Dios es amor y quiere lo mejor para mí.

Ciertamente Dios no es ajeno a esas preocupaciones, pero Dios ha prometido perdonar pecados, no excusas o pretextos. La mayor parte del tiempo estas preocupaciones o logros en la vida se convierten en ocasiones clave para dejar de ir a la comunidad y la Iglesia, bajo el manto de una preocupación sincera, o una bendición que no hay que desperdiciar. Resultado, sea una causa negativa o positiva, es quedar sin dar fruto. Pueden resonar dos textos del Señor en nuestra mente: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura» (Mt 6,33). «Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?» (Mt 16,26).

Predicadores, nos puede frustrar ver que nuestro trabajo parece estéril, de diez en un año, solo quedan tres. El Señor nos lo advirtió en privado. Recordemos algo, nadie que va buscando oro, no se preocupa por los metros de tierra que tiene que cavar, porque su objetivo no es contar la tierra, sino llegar al oro.

Cuarto terreno: espinos (vv. 8-9.23)

Llegamos al cuarto terreno. De esta clase de terreno debemos pedirle al Señor con toda humildad ser miembros. Ser tierra buena, ser tierra fértil. En este terreno se encuentran las personas que han pasado de la simple escucha, a ser servidores del Evangelio.

En esta tierra buena hay quienes dan una producción baja, otros que dan una producción medía y otros que dan una producción alta. San Jerónimo comenta que «primeramente debemos oír, en seguida entender y después de entender, dar frutos de enseñanza y producir ese fruto, o como ciento, o como sesenta, o como treinta». Distingue él tres clases de tierra mala y tres clases de tierra buena, en ambas, «la sustancia es la misma y sólo varía la voluntad, y quien recibe la semilla, tanto en los incrédulos como en los que creen, es siempre el corazón».

Siguiendo la enseñanza de los Padres de la Iglesia, san Jerónimo y san Agustín, ven en estos tres números, tres frutos distintos de estado de vida: «el número ciento es el fruto de los mártires, a causa de la santidad de su vida y el desprecio de su muerte; el sesenta, el de las vírgenes, por su tranquilidad interior, porque no combaten contra la costumbre de la carne…; el número treinta es el de los casados, porque es la edad del combate, y ellos tienen que sostener rudos asaltos para no ser víctimas de sus pasiones».

Para el predicador, el signo de que está dando fruto de su trabajo, es cuando el Señor comienza a suscitar nuevos servidores del Evangelio en su comunidad. Esta es la promesa del Señor, veremos el fruto de nuestro trabajo si seguimos sembrando.

Conclusión

Nuestro trabajo evangelizador estará marcado por dos realidades, la parte dura de ver cómo las personas se resisten al mensaje de la Buena Nueva, pero también estará lleno del gozo de ver que otros más dan fruto.

No nos cansemos de sembrar la Palabra de Dios en el corazón de las personas, recordando que es Cristo quien siembra por medio de nosotros.

Siempre acudamos a la intercesión amorosa de nuestra Madre, María Santísima para que todos nuestros esfuerzos sean presentados por ella a nuestro Padre Celestial, y den mucho fruto de santidad en nosotros, y en aquellos a quienes comunicamos la Palabra.

Josué Ruiz

miércoles, 12 de julio de 2017

Sin embargo hay Dios - Ivan Golub

SIN EMBARGO HAY DIOS 

(A ipak Bog jest)

Ivan Golub

Dios no está de moda
Tomar a Dios seriamente es anticuado 
Mencionar a Dios por lo menos es incómodo 
Vivir como si Dios viviese, extraño
Conversar con Dios loco 
Vivir como Dios manda significa no vivir 
Rezar a Dios es ridículo 
Explicar las cosas como la voluntad de Dios es superficial 
Encontrar a Dios en todo es supersticioso 
Tomar a Dios como medida es deficiente 
Hablar sobre Dios es descortés 
Amar a Dios es inútil 
Tener amistad con Dios es ausentarse de la vida 
Preguntar a Dios por un consejo y una guía es un error 
Ser amigo de Dios es tener amistad con una sombra
Reconocer a Dios en la gente es alienarse de sí mismo 
Dirigirse a Dios es una fantasía
Escuchar a Dios dentro de sí es iluso 
Y sin embargo Dios Existe
Aunque no esté de moda



Ivan Golub nació en Croacia en 1930. Sacerdote y teólogo, científico, catedrático, poeta y profesor invitado en numerosas universidades de Europa y América. El área y dominio de su reflexión ha sido la antropología filosófica y teológica. Su obra es, como alguno de los estudiosos de la misma han calificado con acierto, una teología poética. Miembro de la Comisión teológica internacional. Obtuvo el Premio internacional Fernando Rielo de poesía mística y religiosa del año 2000. En Salamanca se publicó un excelente libro de ensayos de Golub: ‘El último día de la creación’ (Sígueme, Salamanca, 2003).

Las pinturas son de Miguel Elías profesor de la Universidad de Salamanca, la mayoría de su serie ‘ICTHUS’.

martes, 11 de julio de 2017

¿Es cierto que la medalla de San Benito nos protege contra el Demonio?

CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO.

¿Es cierto que la medalla de San Benito nos protege contra el Demonio?


A propósito de la memoria de San Benito Abad, Patrono de Europa y Patriarca de los Monjes Occidentales, que se celebra el 11 de julio, hablemos de un objeto de culto muy apreciado por los fieles, pero cuya devoción debemos cuidad de errores; me refiero a la "Medalla de San Benito", la cual de ninguna manera es un objeto de superstición, sino que es un sacramental reconocido por nuestra Iglesia Católica, es decir, "es un signo sagrado que, imitando de alguna manera los Sacramentos, expresa efectos espirituales sobre los fieles, por intercesión de la Iglesia" (C.E.C. 1667); en este caso, ciertamente tiene efectos exorcistas, es decir, nos protege contra el Demonio.

El origen de la medalla se remonta al siglo XVII en Alemania, cuando unas mujeres, acusadas de brujería, declararon que no habían logrado influir malignamente sobre la Abadía (Benedictina) de Metten, porque estaba bajo la protección de la Cruz. Y es que tengamos presente el poder de la Cruz, pues en ella Jesucristo entregó su vida para alcanzarnos la salvación; cuentan que cierta vez quisieron envenenar a San Benito pero hizo el signo de la cruz sobre el vaso y el objeto se rompió en pedazos; san Benito usaba con frecuencia el signo de la Cruz como signo de salvación, de verdad, y purificación de los sentidos. 

Al realizar investigaciones sobre la referida Abadía de Metten, encontraron que las paredes del recinto tenían pintadas varias cruces rodeadas de letras (que aparecen ahora en la medalla); el significado de esas iniciales lo supieron después, al encontrar un pergamino con la imagen de San Benito y las palabras completas. 

Por eso la medalla trae de un lado la cruz de San Benito con estas siglas en Latín: C.S.P.B. "Cruz del Santo Padre Benito". C.S.S.M.L.  "La santa Cruz sea mi luz" (crucero vertical de la cruz). N.D.S.M.D. "que el dragón infernal no sea mi guía" (crucero horizontal). En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha: PAX "Paz". V.R.S. "Vade Retro Satanás" (aléjate Satanás). N.S.M.V.  "No me aconsejes cosas vanas". S.M.Q.L.  "Es malo lo que me ofreces" I.V.B. "Traga tú mismo tu veneno". 

Del otro lado trae la imagen de San Benito, con una cruz en la mano derecha y el libro de las Reglas de sus religiosos en la otra mano; a ambos lados de su imagen dice: “Crux Sancti Patris Benedicti” (Cruz del Santo Padre Benito); trae también una copa de la cual sale una víbora y un cuervo; de manera circular aparece la oración: “Eius in óbitu nostro preséntia muniamur” (A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia). En la parte inferior central se lee: “Ex. S. M. Cassino MDCCCLXXX” (Del Santo Monte Cassino 1880). Pues se trata de la medalla del jubileo del año 1880, que por el décimo cuarto centenario del nacimiento de San Benito (448), fue lanzada exclusivamente por el Superior Abad de Monte Cassino y cuenta con la indulgencia plenaria el día de la memoria del Santo (11 de julio); claro, siguiendo las condiciones espirituales que manda la Iglesia para obtener indulgencias: Recibir el Sacramento de la Reconciliación, el Sacramento de la Eucaristía y hacer oración por las intenciones del Papa. 

La medalla debe recibir una oración especial, propiamente es un exorcismo. Y como es un sacramental (no un fetiche), usarla significa nuestro compromiso de vivir como verdaderos cristianos; como dice la oración de bendición, debe significarnos dedicarnos a las buenas obras, para merecer conseguir la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación y todas la indulgencias que se nos otorgan; y por la ayuda de la misericordia de Dios, debemos esforzarnos en evitar las acechanzas y engaños del Diablo, para merecer aparecer santos y limpios en la presencia de Dios, nuestro Señor. ¡Que así sea!.

LUBIA ESPERANZA AMADOR.

Escucha el podcast:

lunes, 10 de julio de 2017

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia



Quiero compartirles un poco de lo que ha sido mi primera semana de estancia en CDMX, claro, si tienen a bien regalarme unos minutos de su tiempo. Quiero abrir mi corazón y expresar en estas líneas, las impresiones y sentimientos que me ha dejado esta semana.

Tratando de hacer memoria de lo que ha sido el camino para poder llegar a estudiar a esta ciudad, a mi mente solo vienen y resuenan las palabras del Salmo 118: «Dad gracias al Señor porque es bueno, porque eterna es su misericordia» (v. 2). Por pura gracia inmerecida de Dios, este año ya termino mi primer Diplomado en la Universidad Pontificia de México.

Tres lecciones recojo de esta primera semana:

El desapego al dinero ha sido la primera lección que el Señor me ha enseñado esta semana. Pienso en la manera cómo Dios me quitó el apego al dinero que traía al viajar de Oaxaca. Este año, en particular, resulto un poco estresante recabar los fondos en un primer momento; y en segundo, encontrar un lugar donde habitar todo este mes.

Llegué a la terminal TAPO de la CDMX, después de un viaje de ocho horas y un cuarto de hora. Traté de pedir un UBER pero la aplicación de mi celular no agarró. Un taxista a la salida de la terminal me abordó, y me dijo que sabía dónde era la dirección a la que me dirigía. ¡Mal plan! El viaje resultó ser cuatro veces más caro que se hubiese viajado en UBER; de hecho, por esa cantidad puede haber viajado en UBER de lujo. Ese evento me causó una suerte de indignación, pero creo que la voz de Dios por ahí ya se dejaba oír. Sólo que yo no le estaba prestando oído.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro» (Sal 27,8a). Este versículo resume la siguiente lección. A decir verdad, mi comunicación con Dios el mes previo a estar en CDMX, fue mediocre. Algo que he entendido es que, cuando en el corazón del hombre Dios no ocupa el primer lugar, inmediatamente otras cosas usurpan ese lugar, en este caso la preocupación material: ¿Con qué dinero? ¿Dónde viviré? ¿Qué comeré?

Comencé a retomar mi ritmo de oración, a dedicar un poco más de tiempo y atención a esta actividad que tenía descuidada, y las palabras que resonaban en mi corazón eran las del Salmo que he citado: «Buscad mi rostro». Tarde como tres días en asimilar la voz del Señor, pero finalmente pude decir: «Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro» (Sal 27, 8b-9).

La tercera lección de esta semana, la recojo de las homilías de las Celebraciones Eucarísticas de hoy y de ayer. Las palabras del Evangelio encierran el mensaje que el Espíritu Santo me ha querido enseñar: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27).

Este domingo, tuve la gracia de ir a ponerme a los pies de mi Madre, María Santísima de Guadalupe. Fui a su Basílica. En la homilía de la Eucaristía, el padre comentó que, conocer al Padre no se da por estudiar teología o filosofía, que estas ciencias son útiles, pero que el conocimiento del Padre se da, principalmente, por una relación interpersonal.


¿Cuánto tiempo dedicamos a la oración? Cuando el sacerdote lanzó esta pregunta, sentí que el tiempo se detuvo, a mi mente llegó el texto de San Mateo: «No anden, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso» (6,31s). En ese momento comprendí, que había olvidado la providencia de Dios. Si estuvo dos años atrás, cuando no tenía nada para poder venir y todo fue una decisión de último momento; y estuvo también el año pasado cuando prodigó de manera suficiente todo lo que necesité, qué me hacía pensar que este año se había olvidado de mí, mi Padre Celestial.

Me exhortó, por último, a establecer mis prioridades: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura» (6, 33), y a no preocuparme por el mañana, porque «el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propia preocupación» (6,34).

Oro por todas las personas a través de las cuales la providencia de Dios se me ha manifestado. Hoy a los pies de nuestra Señora de Guadalupe, puse sus necesidades, pidiéndole que nuestro Señor Jesús sea su recompensa, y que sus apoyos que me han dado y que me siguen aportando sean «suave aroma, sacrificio que Dios acepta con agrado. 19 Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús» (Flp 4,18s).

Josué Ruiz
Su servidor en Cristo
Tlalpan, CDMX a 9 de julio de 2017

domingo, 2 de julio de 2017

El Padre José de Jesús Pacheco Carrillo ha vuelto a la Casa del Padre

ESTOS SON NUESTROS PASTORES:

"El Padre José de Jesús Pacheco Carrillo ha vuelto a la Casa del Padre"


Este jueves 28 de junio, día eucarístico y sacerdotal por antonomasia, volvió a la Casa del Padre Eterno el Presbítero José de Jesús Pacheco Carrillo, a los 89 años de edad y 66 de Sacerdocio. Con la ayuda de nuestro amigo Octavio Flores (encargado de redes sociales y tecnología para la Comunicación Social de la Arquidiócesis) y del Sr. José María Pacheco (sobrino del Padre Pacheco), pudimos recabar la siguiente información: 

El Padre José de Jesús nació el 8 de enero de 1928 en Zapotitlán Salinas, Puebla; era el cuarto de los seis hijos del matrimonio formado por los señores Rafael Pacheco García y Sofía Carrillo Santiago.

 Descubrió su vocación sacerdotal desde niño, al participar de la Santa Misa, incluso jugaba a poner altares. El Párroco de su pueblo, Pbro. Eleazar Fierro y su maestro de primaria, Profesor Miguel Carrillo Garzón, fueron el principal apoyo en su formación; estudió en el Seminario Pontificio de la Santa Cruz, aquí en Oaxaca y luego en el Seminario de Montezuma, en Nuevo México, en donde fue ordenado Sacerdote el 2 de junio de 1951; y su Cantamisa la celebró el 15 de julio del mismo año, en la Iglesia del Carmen, en Tehuacán, Puebla, con la presencia del Arzobispo Don Fortino Gómez León. 

Consagró su vida al trabajo apostólico en distintas comunidades oaxaqueñas como Etla, San Juan Yaeé, Loma Bonita (donde fue el primer Párroco y por eso fue invitado especial cuando celebraron los 50 años de su fundación como Parroquia); estuvo también en Huautla de Jiménez, en Ayutla, en Santa Cruz Itundujia (donde caminaba hasta 12 horas para llegar a sus comunidades y muchas veces tuvo que dormir en el monte); también estuvo en Santa Catarina Juquila, en Magdalena Yodocono, en San Andrés Zautla, en la Basílica de la Soledad y finalmente en Santa Cruz Xoxocotlán.

Su sobrino José María nos comparte que era un tío muy querido, que su visita era una fiesta para la familia, por la alegría, la sencillez, el alma limpia del Padre Pacheco; quienes tenían la dicha de convivir con él, lo consideraban un santo alegre, sencillo y servicial, que comenzaba el día rezando y tenía una devoción especial por la Santísima Virgen María, en todas sus advocaciones.

Sus feligreses lo recuerdan como un hombre caritativo, comprensivo, responsable, lleno de paz; tenía la alegría de un niño, disfrutaba compartir la comida con todos; cuando estaba en la Sierra cocinaba e invitaba a la gente a compartir sus alimentos; se encargaba de conseguir zarapes y otras cosas para darle a la gente necesitada. 

Entre sus compañeros Sacerdotes era muy querido y respetado, lo reconocían por su sencillez, su entrega pastoral, dicen que jamás lo escucharon expresarse mal de alguien. La Misa exequial fue presidida por Mons. José Luis Chávez Botello, concelebrada por casi una decena de compañeros suyos en el Sacerdocio (muchos de ellos no pudieron llegar por los bloqueos que ese día flagelaron nuestra Ciudad); participaron también cientos de fieles católicos. Y es que era un Sacerdote muy querido, llama la atención que durante los diez días que estuvo hospitalizado, sus feligreses no dejaron de hacerle "guardia", pues deseaban estar cerca de su amado pastor, quien aún postrado en una cama, casi sin fuerzas, seguía rezando y aún cantando, incluso le escuchaban celebrar la Santa Misa. Por insistencia de los fieles, los restos del Padre Pacheco descansan en el panteón municipal de Xoxocotlán y no en la Catedral como se había planeado. 

El Padre José Pacheco murió sin atesorar bienes aquí en la Tierra, pues todo lo compartía con los más necesitados; su única posesión eran sus libros religiosos. Después de una santa y fructífera vida, este hombre de Dios, ha partido hacia su morada eterna, donde sí acumuló grandes tesoros: al Cielo, de vuelta con el Padre. ¡Que así sea!

LUBIA ESPERANZA AMADOR. 

Benedicto XVI, sobre los tres Arcángeles

CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA CON LA ORDENACIÓN EPISCOPAL DE SEIS PRESBÍTEROS HOMILÍA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI Basílica de San Pedro ...